En estos días me ha sido muy difícil explicar, contextualizar y analizar la masacre perpetrada por el grupo islamista palestino Hamas en el territorio israelí, matando cruelmente a civiles como objetivo de su accionar terrorista. Lo he intentado, bien o mal (le toca a quienes me leen o escuchan juzgar si mi identidad judía y sentido de pertenencia a Israel me sesga). He hecho la distinción entre el pueblo palestino y Hamas e incluso, entre ese grupo terrorista y la moderada Autonomía Palestina (AP) que gobierna parte de Cisjordania.
He criticado a todos los gobiernos de Netanyahu por más de una década (lo cual no les gusta a muchos de mis amigos judíos) y lo he responsabilizado como el principal obstáculo que ha impedido negociaciones de paz con la AP. Pueden revisar mis artículos en Perú21 y mi blog y así constatarán esas críticas a Netanyahu, en especial, a su más reciente coalición de ortodoxos y nacionalistas religiosos a quienes no tengo problema de adjetivarlos como fanáticos.
Israel tiene el derecho y deber de librar una guerra contra Hamas después del baño de sangre provocado por esa organización en su territorio y que además humilla a los rehenes que condujeron a Gaza. No pasaron las primeras 24 horas de la masacre perpetrada por Hamas y varios políticos, periodistas y analistas culpaban a Israel como responsable por lo ocurrido en el pasado en Gaza (sin mencionar que la dictadura de Hamas somete a su propia población a las paupérrimas condiciones que padecen) y por lo que ocurriría el futuro cuando aún su ejército trataba de capturar a terroristas quienes, deliberadamente, mataban y degollaban a civiles, incluyendo bebes, en el sur de Israel.
No hay equivalencia moral entre un grupo terrorista y un estado que solo puede defenderse atacando a un enemigo que utiliza a su población civil como escudos humanos. Además, Hamas utiliza el dinero que recibe como ayuda humanitaria para armarse y no para la razón que se le otorga: mejorar la calidad de vida de la población en Gaza (Solo los países europeos, según la OCDE, proporcionan a más de 2 mil millones de euros al año, sin contar lo que donan otros países como Qatar e incluso, ¡sorpresa!, Israel). Por estas razones, cuando aun se buscaban a los desaparecidos por el atentado terrorista reciente, quienes condenaban a Israel sin dar un respiro a la conmoción y la tristeza de una sociedad en duelo, solo demostraron su sesgo y falta de sensibilidad.
El autor del texto bíblico Eclesiastés escribió: ¨…hay un tiempo para callar y un tiempo para hablar¨ y quienes no se comportaron según este proverbio durante las primeras horas del atentado demostraron, siglos después, que aún no aprenden cuando es el momento para guardar silencio.
ARIEL SEGAL | https://arielsegal.wordpress.com/2023/10/15/un-tiempo-para-callar/