Como comentábamos en la anterior entrega, existen un conjunto de sustancias que son consumidas para obtener una mayor energía y hacer frente a la dureza del trabajo físico en lo cotidiano.
Un primer caso es el de la yerba mate, cuyos orígenes se arraigan en las tradiciones de las comunidades nativas de lo que hoy conocemos como Argentina, Uruguay y Paraguay. La yerba mate ha sido venerada por su sabor distintivo y sus beneficios para la salud. Consumida tanto en reuniones sociales como en solitario, la yerba mate va más allá de ser una simple bebida; es un símbolo de amistad y camaradería. La ceremonia de preparación, que involucra el uso de una bombilla, el hervidor o termo con agua caliente y un mate, se convierte en un ritual compartido entre amigos y familiares. Cuenta con estimulantes como la teobromina y la cafeína, que proporciona un impulso de energía sostenido. Conocedores de su trascendencia en la vida de los indígenas guaraníes, la planta fue domesticada por los misioneros jesuitas en los años de la colonia y su consumo ampliado a las poblaciones de criollos y españoles.
Un segundo caso es el de la hoja de coca, habitual en los Andes centrales de Sudamerica, ha sido venerada por siglos por las comunidades indígenas de esa región. Tiene una rica historia nutrida de mitos y leyendas que se entrelazan con tradiciones culturales, rituales y usos medicinales. Considerada como planta sagrada, la hoja de coca ha sido utilizada en ceremonias espirituales para establecer conexiones con lo divino y como un medio para recibir la energía de la Madre Tierra. Además de su dimensión espiritual, la hoja de coca ha sido empleada como estimulante natural, ofreciendo a quienes la mastican una sensación de alerta y resistencia frente a las condiciones de alta altitud en las montañas. Sin embargo, es crucial distinguir entre la hoja de coca tradicional y los derivados utilizados en la fabricación de cocaína fruto de la industria farmacéutica europea del siglo XIX, ya que el consumo de la hoja en su forma natural tiene efectos significativamente menos potentes y adictivos. La hoja de coca continúa siendo un elemento de las tradiciones andinas y un símbolo de resistencia y espiritualidad.
La historia del cacao es una narrativa rica y cautivadora que se remonta a las antiguas civilizaciones mesoamericanas. Los olmecas, quienes habitaban la región que ahora es México, fueron los primeros en cultivar el cacao alrededor del 1500 a.C. La palabra “chocolatl” proviene del náhuatl y fue adoptada por los aztecas, quienes crearon una bebida espumosa y amarga a base de granos de cacao, agua y especias, reservándola para la élite gobernante y ceremonias religiosas. Con la llegada de los españoles en el siglo XVI, el cacao fue llevado a Europa donde se adaptó al paladar europeo mediante la adición de azúcar, vainilla y otras especias. Durante los siglos siguientes, el chocolate se popularizó en la sociedad europea, convirtiéndose en una bebida exclusiva de la aristocracia. Más allá de su irresistible sabor, el chocolate ha sido asociado con la felicidad y el bienestar, atributos respaldados por estudios científicos que destacan sus propiedades estimulantes y la liberación de endorfinas.
A modo de conclusión, las razones históricas y culturales detrás del consumo de sustancias como el vino, la cerveza, el café, la yerba mate, la coca o el cacao han contribuido a su arraigo en diversas sociedades. Desde tradiciones antiguas hasta las demandas modernas, estas bebidas y estimulantes continúan desempeñando roles multifacéticos en nuestras vidas. Sin embargo, a medida que exploramos estas opciones, es esencial recordar la importancia de un consumo consciente para disfrutar de sus beneficios sin comprometer la salud.